¿Cuál es el mejor vino para una cena romántica?

Recomendaciones para brindar de a dos y enamorarse una vez más en San Valentín.

“El amor es como el vino; hay que beberlo poco a poco y no dejar que se vacíe la copa”. “El amor es como el vino; necesita tiempo”. “Todo lo que necesitas es amor… y un poco más de vino”. “Todos somos mortales hasta el primer beso y la segunda copa de vino”. “Si el amor fuera vino, entonces, me lo tomaría en serio”.

He aquí solo algunas de las infinitas frases entre vino y amor. El flechazo entre Cupido y los encantos de los líquidos báquicos (siempre con moderación) han inspirado variopintos autores anónimos, poetas, pensadores románticos y amantes del buen beber a escribir loas y mensajes originales en relación a esta dupla infalible.

Amor y vino. Vino y amor. Un maridaje maravilloso, protagonista de momentos inolvidables. Primeras citas, bodas, aniversarios de casados y un sinfín de encuentros de a dos, que tiene al “chin chin” como protagonista principal.  

En el mes de San Valentín, tiempo de besos, caricias, manos entrelazadas, mensajes sentidos y flores entre los “tortolitos”, reafirmamos que el amor y el vino van de la mano. Son compinches eternos, aliados por y para siempre. Sinónimos de charme, seducción, fuego y pasión.

El escenario de una enjundiosa copa en mano, en la mejor compañía y con un plato mágico para armonizar, es un verdadero elixir. Una vez, alguien dijo por allí que el “el vino es su circunstancia”. Y tuvo razón. Ha sido y es un dicho tan añejo como certero. Según el momento y el contexto en que nos encontremos, una botella de vino nos puede gustar más o menos. Y, si la atmósfera es, justamente, plena de amor, las percepciones organolépticas se realzarán con creces.

 

¡Viva el amor!

El 14 de febrero se celebra el Día de los Enamorados en todo el mundo y los corazones laten fuerte por la media naranja. Agasajo recíproco, con anticipación se empieza a pensar la cena ideal para vivenciar una comida memorable.

Para iniciar el encuentro, nada mejor que unas afrodisíacas ostras. Chics en cualquier encuentro, engalanan la mesa más romántica del año. Deben servirse en un recipiente con hielo picado para que estén bien frías y, por supuesto, en compañía de un refinado espumoso o un refrescante espumoso.

Nuestra recomendación es el Famiglia Brut Nature. Elaborado bajo el método tradicional, desde la vista enamora con la belleza de su corona que se alimenta de la continuidad de las burbujas, seduciéndonos con su “perlage”. A tono con el amor, es delicado, complejo, donde las notas frutadas se entremezclas con suaves notas de pan tostado y frutos secos. En boca, nos cautiva con su equilibrada acidez y expresividad. 

La propuesta para deleitar a nuestra pareja puede continuar con los siempre seductores frutos de mar en su famosa versión de copa. Langostinos y camarones, entre otros crustáceos, le dan un toque exótico al menú, que empieza a tomar calor y color.

Otras opciones que nos sumergen en un ambiente de sensualidad, elegancia y romanticismo, son el sushi, el ceviche y los sabores encantadores de la cocina nikkei y platos orientales.

Para esta combinación enogastronómica, elegiremos un Chardonnay atractivo, con tipicidad varietal y envolvente acidez. Una propuesta atinada para el amor.

Nuestro must, en este caso, es el María Carmen Chardonnay. Un exponente enjundioso, con aromas sutiles y vivaces que nos remiten a los cítricos, muy bien amalgamados con toques minerales y notas de frutas blancas como pera, manzana verde y durazno blanco. Es un vino de mucha frescura, en el que las delicadas notas de vainilla y miel, obtenidas de su crianza en roble francés acomplejan su aroma.  En boca es refrescante, de acidez crujiente, complejo, atractivo y untuoso.

 

 

A la hora de los platos principales, una alternativa bien romántica, que es tendencia cada 14 de febrero, es el lomo. Carne magra y tierna por naturaleza, es un corte cautivante.

Aquí, el vino ideal es el Bianchi IV Generación Gran Malbec. De color profundo, con matices violáceos seductores, en nariz nos muestra frescura y viacidad, para dar paso a notas de frutos rojos frescos, moras y grosellas, con ciertos dejos florales que recuerdan a violetas y leves aromas especiados, balanceados a la perfección con toques de chocolate y vainilla, aportados por su añejamiento en roble francés. En boca es vibrante, fresco, marcándose la dulzura típica del Malbec. El centro de boca es voluminoso, graso, de muy buena estructura y complejidad. Un vino que, sin duda, enamora.

Luego de finalizar los platos principales, en una atmósfera totalmente amena y distendida, nos preparamos para la antesala del epílogo. El postre es uno de los momentos más esperados en la comida de San Valentín, pues, sin duda, endulza el amor.

El actor principal suele ser el chocolate en sus infinitas variables. Es el alimento que nutre la pasión y mantiene viva la llama del ardor. Para amenizar el romántico cierre volveremos al Famiglia Brut Nature, a modo de chin chin entre charme y pasión.

Los maridajes para San Valentín son infinitos y seductores. Aquí aconsejamos algunas de las propuestas más salientes y atinadas para los paladares, aunque como en las relaciones no hay reglas estrictas. Cada pareja es un mundo y lo importante es que en la noche más esperada del año todas brinden por la felicidad eterna. ¡Salud!