Blancos de Invierno

Vinos Perfectos para el Frío

Por ser más frescos, fluidos y –principalmente beberse más fríos que los vinos tintos, los blancos se asocian intuitivamente con las altas temperaturas de la primavera y el verano. Sin embargo, los varietales y blends blancos son todo un universo en sí mismo. Tal es así, que hoy podemos distinguir estilos sumamente diferentes entre sí que resultan muy interesantes y placenteros para beber durante todo el año.

¿Qué se conoce como vino de invierno?

En líneas generales, los vinos de invierno son aquellos que no se beben tan fríos como los espumantes (6 a 8°C) y los blancos jóvenes, frutados y livianos (7 a 10°C); y que al mismo tiempo acompañan muy bien las comidas calóricas que predominan en las mesas invernales.

Por lo tanto, los “vinos de invierno”, que suelen coicidir con los vinos para tomar en otoño, no son solo los tintos corpulentos y estructurados con los que suelen asociarse las bajas temperaturas sino también los blancos –especialmente de la variedad Chardonnay- más complejos, anchos en boca y con paso por roble que se beben entre 9 y 11°C. 

Características de los vinos blancos de invierno

  • En nuestro país, su principal exponente es el típico Chardonnay criado en barricas de roble.
  • Son anchos en boca y pesados en el buen sentido de la palabra: vinos que tocan cada papila gustativa.
  • Son generosos, voluptuosos, untuosos y bien estructurados.
  • Son vinos con buen volumen, amables y redondos, que cautivaron y aún cautivan a gran parte de los amantes del vino. 
  • Se distinguen por sus notas a frutas tropicales, vainilla, miel, chocolate blanco y tostados propios del paso por madera. 

Mejores vinos blancos para tomar en invierno

Nuestros vinos blancos recomendados para beber en los meses invernales son:

María Carmen Chardonnay

En nariz, sus aromas remiten a cítricos y minerales muy bien amalgamados con notas a frutas como pera, manzana y durazno blanco. Es sumamente fresco y sofisticado, ya que los toques de vainilla y miel de su crianza en roble francés lo terminan de complejizar. En boca presenta muy buena acidez, untuosidad y estructura, con un final prolongado. Sin dudas, es uno de los Chardonnay emblemáticos de la Argentina.

Famiglia Bianchi Chardonnay

Se caracteriza por sus aromas a frutas tropicales como ananá y sus notas a durazno blanco, vainilla y chocolate blanco. Los leves ahumados de su crianza de 8 meses en barricas de roble le otorgan complejidad aromática y elegancia. Su entrada en boca es dulce-ácida, con buen volumen y untuosidad.

Famiglia Bianchi Viognier

De color amarillo intenso, este vino impacta a los ojos con sus reflejos verde-limón. Seductor, con aromas florales y frutales, se destaca por sus notas a jazmín y durazno blanco. Es un vino fresco, de gran carácter varietal que se amalgama perfectamente con sus notas minerales. Tan intensa en su expresión floral y frutal que su leve paso por roble queda apenas perceptible, logrando así un equilibrio perfecto. En boca es potente, con una acidez refrescante y muy buen cuerpo, perfecto para beber durante todo el año. 

¿Qué comidas se recomiendan con un vino blanco de invierno?

Estos blancos son perfectos para acompañar distintas situaciones y comidas. Entre ellas, son una muy buena opción para dar inicio al asado, el gran menú de pasos argentino, junto con los chorizos y las mollejas.

Asimismo, combinan muy bien con risottos de hongos de pino, pasteles de calabaza y choclo con cierto dulzor, carbonada patria, humitas en chala, fondue de quesos, frituras de mar y ciertas preparaciones de la cocina asiática como los spring rolls y el pad thai. 

¿Es preferible beber un vino blanco dulce o seco cuando hace frío?

Al igual que los blancos secos para beber en invierno, los de cosecha tardía también se beben a mayor temperatura (entre 8 y 10°C) que los blancos jóvenes y frescos que predominan en verano.

Sin embargo, por sus pronunciadas notas dulces estos vinos son más adecuados para beber en una instancia diferente: la sobremesa. Por lo tanto, mientras los blancos complejos y con paso por roble pueden ser bebidos como aperitivo o para acompañar una amplia variedad de platos de invierno, los vinos de cosecha tardía son más adecuados para acompañar postres o en su defecto quesos. 

En conclusión, ambos estilos son adecuados para beber durante todo el año pero en distintas situaciones de consumo y acompañados por preparaciones sumamente diferentes entre sí.